El Plan Director recientemente revisado no incluye estrategias de desarrollo y estructuración del ocio nocturno y genera una intensa especulación inmobiliaria que transforma radicalmente la ciudad y actúa directamente contra el ocio nocturno y sus tradiciones.
La publicidad inmobiliaria que dice “Ven a vivir a la zona más transitada de la ciudad” rápidamente se convierte en quejas por el ruido del bullicio cuando llegan nuevos residentes. El PSIU (Programa Silencio Urbano del Ayuntamiento), que desempeña un papel fundamental en la vida comunitaria, se ha visto cada vez más presionado para multar e incluso cerrar establecimientos.
Es un ciclo urbano perverso que irónicamente se replica en prácticamente todos los barrios que hacen de São Paulo una de las capitales mundiales de la gastronomía y la cultura. En otras palabras, de manera incoherente, la ciudad se sabotea y juega contra sus mejores.
En esta ecuación también se incluye un evidente moralismo por parte de una parte de la población –a la que no le gusta lo que representa la bohemia– y una ceguera por parte de los poderes públicos ante el poder económico y cultural que estamos desperdiciando.
La búsqueda de una ciudad 24 horas depende de una gestión y planificación moderna y eficiente de áreas de eventos, transporte público, iluminación, seguridad urbana, dentro de un ecosistema que se coordine con bares, restaurantes y discotecas. Todo ello en un entorno que promueve soluciones y mediación de conflictos alejadas de la práctica simplista de prohibiciones y restricciones.