Las clasificaciones de pasaportes muestran a cuántos países permite el acceso cada documento sin visa. En el «Global Passport Power Rank 2025», el primer puesto lo obtuvo la potencia petrolera de los Emiratos Árabes Unidos. Sus ciudadanos pueden visitar prácticamente todos los países del mundo.
En el otro extremo está Siria, cuyos ciudadanos tienen acceso sin visa a sólo nueve países. Otro ranking, el Henley Passport Index, está liderado por Singapur, Francia y Alemania, en ese orden. Brasil aparece en ambos rankings en las posiciones 11 y 18, respectivamente.
¿Qué pasa con los apátridas, que no tienen nacionalidad ni pasaporte? Alrededor de 10 millones de personas en el mundo se encuentran en esta situación, algunas porque pertenecen a grupos étnicos que son objeto de discriminación. En Alemania, por ejemplo, el 70% de los sinti y los romaníes (en Brasil conocidos popularmente como «gitanos») no tienen ciudadanía alguna, según el Instituto Americano de Diplomacia y Derechos Humanos.
Los pasaportes se han convertido en un bien codiciado, y no sólo en el mercado ilegal. Algunos países incluso han abierto voluntariamente sus fronteras a «inversores» dispuestos a pagar bien por el documento.
Un ejemplo es el caso de la isla mediterránea de Chipre, que tras la crisis económica de 2013 empezó a conceder pasaportes y visas «dorados», y lo convirtió en un negocio rentable, hasta que informes de investigación revelaron la implicación de políticos en el plan y precipitaron el fin de los «pasaportes de oro».
Portugal también ofreció un programa similar a los compradores de propiedades. Las reglas fueron reformuladas luego de las críticas de que el modelo estimulaba la especulación inmobiliaria en el país.